La madera, así como la piedra y los metales, ha sido un material esencial para la humanidad, un material disponibles en abundancia en la naturaleza con el que se ha trabajado para multiplicidad de usos y en diversidad de técnicas según cada cultura y de acuerdo a las características de las distintas especies de árboles de cada territorio.
Así, el tallado como práctica para pasar del tronco a un objeto de creación humana, ha sido de gran difusión a nivel global, y que en el caso de Chile existe tradición de su práctica desde los pueblos originarios, principalmente en la zona sur debido a las grandes extensiones de bosque que allí habían, y aún quedan, en tiempos donde había mucha madera muerta a disposición de quien quisiera buscarla, para utilizarla tanto para hacer objetos de uso cotidiano, como adornos, piezas decorativas o rituales.
De esta manera, maderas de raulí, mañío, avellano, ciruelillo, laurel, luma y muchas otras especies han sido trabajadas y con la experiencia acumulada los artesanos talladores han ido conociendo las ventajas que presenta cada madera para cada uso específico.
La técnica del tallado en madera en su esencia no ha cambiado mucho en el tiempo, sólo que ahora para facilitar el trabajo se han incorporado herramientas mecanizadas como sierras y esmeriles, y también herramientas manuales de mejor desempeño que las confeccionadas antiguamente por herreros y los propios artesanos.
En general el proceso de la creación de piezas talladas en madera comienza con la selección de un trozo de tronco de las dimensiones de aquello que se quiere hacer. A continuación se limpia de ramas y cortezas, y se dibuja encima para posteriormente devastarla, lo que generalmente se hace con una sierra huincha o con motosierra para obtener la pieza en donde se va a trabajar finalmente.
Luego con la machigua, que es como un hacha pequeña pero con un filo curvo, se realiza en forma gruesa un vaciado o ahuecado del trozo de madera, con lo que se le empieza a dar la forma inicial a la pieza de forma todavía gruesa y tosca.
Una vez que la pieza ya tiene la forma más o menos definida, comienza el trabajo manual más fino, que mediante el uso de gubias y formón, se va dando la forma definitiva a la pieza, muchas veces incorporándole detalles y decoraciones que le dan además características distintivas.
Una vez que ya está tallada la pieza, se la lija manualmente o con esmeril, dependiendo del volumen de producción que cada artesano tenga, con lo que se eliminan posibles astillas y se le da la suavidad al tacto.
Si la pieza de artesanía es utilitaria, es decir, una tabla de picar, una fuente o un plato, el acabado será natural y solamente sellada con aceite de oliva o linaza no tóxico, que son aptos para utensilios que se usan para alimentos. Con dicho acabado la madera luce todas sus vetas de color de un modo mucho más intenso.
En el caso de que la pieza sea decorativa, los acabados muchas veces son con pintura, ya que se busca representar animales como gallinas o aves nativas u objetos coloridos, como embarcaciones. Después de la pintura, que generalmente es realizada por manos femeninas, como gran parte de las terminaciones, se lustran con una cera protectora que da un acabado brillante y protege la pieza del sol y la humedad.
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